La foto que amablemente nos pasó Sandra tras el partido describe mejor que ninguna otra. Jugábamos contra los terceros de nuestro grupo, en su casa: no sólo tenían a la afición local (bastante correcta, ciertamente), sino que también sabían lo que suponía jugar por la tarde con el sol de cara a la hora de comienzo y una hora después. Pero el equipo jugó como una piña sin apenas fisuras, creciéndose en las dificultades y sin escatimar esfuerzos.
El míster nos regaló una alineación inicial bastante más ofensiva que en otras ocasiones: Sergi Cortés, Villa, Rodri, Oriol, Miquel Verdaguer, Àlex Trias, Pol Verdaguer, Andy, Carlos Cerezo, Livio y Xavi Cortés.
Y la alineación no decepcionó, en un campo de parecidas dimensiones al de La Salle, por lo que no teníamos la excusa de que hubiese que correr de más.
Y salimos a atacar y a presionar arriba no con uno, si no con casi todo el equipo... y dejamos solos a Andy y a Sergi atrás y el sol nos jugó la primera mala pasada: un balón bombeado que Andy intentaba despejar prácticament a ciegas y Sergi Cortés, también a ciegas, no acertaba a bloquear se convertía en el primer gol de los locales a los pocos minutos de empezar. Parecía que la mala suerte se cebaba en nuestro equipo.
Pero esta jornada queríamos algo más, a pesar de las incursiones por la banda izquierda de Sebas, el ídolo local, nuestro equipo presionaba continuamente arriba: Miquel Verdaguer, Xavi Cortés y Alejandro hacían un trabajo agotador que no les permitía hilvanar jugadas tan fácilmente como podían esperar.
Y esta labor de presión daba fruto: un saque de banda de Andy (que se quitaba la espinita) iba directamente a la cabeza de Miquel Verdaguer que, de soberbio testarazo, lo mandaba al interior de la portería rival. 1-1 y volvíamos a empezar casi de cero. Y sólo era el minuto 6.
El resto de la primera parte pareció condicionada por este arranque vertiginoso: presión arriba para que no pudieran salir con facilidad y, aunque Sebas, el ídolo local, se escapaba de vez en cuando con peligro, no volvió a mancillar la portería que Sergi Cortés y una aguerrida defensa guardaban aunque fuese contra el astro rey en contra. Parecía que todo el trabajo de ataque estaba centrado en el número 11, Sebas, el ídolo local (¿lo había dicho ya?). No obstante tuvimos un susto hacia el minuto 20 un susto en forma de saque de córner, sacado entre Sergi, Alejandro y Oriol un gol que parecía ya cantado.
El número 4 del Sistrells repetía continuos y precisos pases a la delantera (Sebas). No parecían elaborar mucho más sus jugadas, pero este tipo de jugadas les han debido dar frutos en anteriores partidos.
Pero nuestro equipo respondía con velocidad y contundencia, recuperando balones siempre que era posible y, sobre todo, presionando a los locales. Éstos comenzaron a tirar de malas artes como hacer la falta y luego hacerse los doloridos. El número 5, en una de éstas, recibió la primera tarjeta del partido, tras una falta de juzgado de guardia a Miquel Verdaguer.
A diferencia con otras ocasiones, el míster cambiaba hacia el minuto 27 a toda la delantera, seguramente con intención de darles descanso, entrando Berto, Pol Verdaguer, Pablo y Xavi Batlle. Berto volvía a su tradicional función de acoso a cualquier balón que se moviese por el campo de los locales, sacando algunos frutos en forma de córners a nuestro favor que, sin embargo, no conseguíamos transformar en dianas, ante una defensa local que se mostraba intratable.
Y vuelta a repetir lo mismo pero en nuestro área: los dos equipos metidos en nuestro área para intentar rematar un córner que Sergi Cortés, con reflejos de lince ibérico y nervios de acero, controlaba sin aparentes problemas. El Sistrells intentaba meter balones en el área, en la esperanza de que Sebas u otro nos repitiesen el agujero, sin éxito en el resto de primera parte.
En la segunda parte entraban Marcel Boquer y Jordi Balcells para reforzar la defensa, que había tenido bastante trabajo. Al poco volvía Alejandro al campo en sustitución de Xavi Cortés. El míster había planteado una carrera con varias paradas, como diría el compañero Lobato.
Y en estas comenzaron los síntomas de miopía (y canguelo) del colegiado, que se tragaba un penalty a Alejandro (luego vinieron más).
Miquel Verdaguer volvía al campo para mantener la presión arriba... pero Sebas se nos volvía a escapar y casi conseguía hacernos el segundo gol. Pero ahí estaba Sergi Cortés para quitarle los humos, prácticamente sin despeinarse.
Nuevo penalty, esta vez a Alejandro, que el árbitro no tenía a bien conceder, aunque una falta posterior ya no la pudo esconder. Ni que decir tiene que la afición lasaliana protestó la inacción del colegiado y de algo serviría para conseguir que pitara esa falta. Otro penalty claro a Miquel Verdaguer sólo terminaba en saque de córner.
El míster volvía a mover el banquillo (casi parecía la NBA) y volvía a entrar Àlex Trias y Berto.
Y aunque no nos pitaba los penalties, por lo menos sí que sacaba tarjetas frente a las marrulleras acciones de los jugadores del Sistrells. Lo que no impedía un contraataque de los locales que nos hacían el 2-1 y parecían sentenciar el partido a la media hora de la segunda parte.
Pero allí estaba Marcel Boquer para, tras un saque de falta, empatar el partido. Cada vez que visita Badalona (ciudad hermana) él marca gol. La celebración del mismo fue espectacular, con la grada tronando y todos los jugadores, entrenadores incluidos, abrazados en la esquina del campo. Emocionante la piña que formaron todos unidos.
El partido parecía agonizar cuando Alejandro, desde el centro del campo, levantó la mirada y vió al portero local adelantado. Un chut-vaselina, marca de la casa, pasaba rozando (por fuera) el palo de la portería local. Si llega a entrar se viene la grada abajo.
El partido ya no dio para mucho más: le mantuvimos la cara durante todo el tiempo a unos locales superiores (según la clasificación) y todavía nos trajimos un punto para casa.
Ya no vamos los últimos. Este partido puede ser el comienzo de la remontada hacia la permanencia en primera división.
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